viernes, 7 de octubre de 2016

Hola.
Es fin de semana y mi cuerpo lo sabe, por eso pide... Ayúdame!!!
Mi servicio consta de una hora de relaciones ilimitadas en las posiciones que más te gusten (y soy muy flexible), con trato de novios y oral al natural (según tu higiene). Los condones los llevas tú. Tengo un lugar discreto, seguro y cómodo en el centro de Apodaca; por ese motivo no doy servicio a domicilio, pero podemos ir a hoteles y moteles. Te ofrezco absoluta discreción, higiene y seguridad, y por eso exijo lo mismo.
Contáctame a través de mi número de Whatsapp: 811-371-0989 (Pregunta también por los servicios: media hora, sólo oral y especial).

Kandy Skarlett
Skarlett Lee





lunes, 12 de septiembre de 2016

Hola.
Felices fiestas patrias!!!
Ojalá que desde hoy y todo este fin de semana me hagas gritar. Perdón, quise decir que vengas a celebrar "el grito" conmigo.
Mi servicio consta de una hora de relaciones ilimitadas en las posiciones que más te gusten, con trato de novios y oral al natural (según tu higiene). Los condones los llevas tú. Tengo un lugar discreto, seguro y cómodo en el centro de Apodaca; por ese motivo no doy servicio a domicilio, pero podemos ir a hoteles y moteles. Te ofrezco absoluta discreción, higiene y seguridad, y por eso exijo lo mismo.
Contáctame a través de mi número de Whatsapp: 811-371-0989 (Pregunta también por los servicios: media hora, sólo oral y especial).

Kandy Skarlett
Skarlett Lee









lunes, 22 de agosto de 2016

Hola.
Por visitar este Blog y sobre todo por haberme permitido darte mi servicio, como muestra de mi agradecimiento, te narraré lo que hace tiempo me pasó, cuando aún no me dedicaba al oficio más antiguo del mundo.
Trabajaba en un restaurante del Aeropuerto de Monterrey. Era un trabajo pesado, pero como me encanta cocinar, la pasaba bien a pesar de que cada vez que terminaba mi jornada, como todos, debía pedir "ride" hasta el paradero más cercano de los camiones que van a Monterrey. Habitualmente, y por un tema de seguridad, siempre iba con compañeros de trabajo o con empleados del Aeropuerto -a los cuales ya conocía- que salían de sus trabajos a la misma hora y que debían hacer lo mismo que yo. En una oportunidad, salí bastante más tarde de lo habitual. Estaba preocupada porque ya eran casi las doce de la noche y no pasaban autos para que me den "ride", así que no me quedó otra opción que caminar hasta el paradero del camión. El trayecto no tenía iluminación de ningún tipo y estaba descampado; recuerdo que las primeras construcciones de algo estaban como a doscientos metros, y era lo mismo para ambos lados de la carretera. Caminaba tan rápido, no sé si por los nervios o por el frío; pero, por lo que haya sido, sin querer di alcance al chef de otro restaurante, al cual nombraré para esta historia como R. R es de complexión normal, estatura promedio, tez blanca, voz muy clara y de tono bajo, mirada que huye si la tuya hace contacto con ella, y sonrisa tímida. Hasta ese día habíamos hablado muy poco, debido a que ambos trabajábamos en la cocina. Yo seguí caminando rápido así que, debido a ese ritmo lo sobrepasé sin darme cuenta que era él; estando unos pasos delante de él, me dijo: “Ey, no camines tan rápido, para acompañarnos”. Me asustó el que "esa persona" me hablara, pero reconocí su voz tan peculiar. Me detuve y empezamos a caminar juntos; hablábamos de por qué habíamos salido tan tarde, de lo peligroso que es para todos caminar ese trayecto a esa hora, de que debían autorizar para que los camiones lleguen hasta algún punto cercano al Aeropuerto, y de cómo era posible que ambos nunca hayamos coincidido antes en un "ride" o caminando ese trayecto. Así siguió la conversación hasta que entramos al tema de nuestros trabajos; él me confesó que sentía envidia del cocinero del restaurante en el que yo trabajaba, comentario que se me hiso muy raro, pues el restaurante en el que él trabajaba tenía más afluencia de clientes que en el que yo trabajaba. Entonces, le pregunté que por qué sentía eso, y me dijo: “yo también quisiera tener a una ayudante de cocina tan buena en lo que hace y distractora como tú”. Mi primera reacción por su comentario fue reírme, aun cuando me gustó que lo dijera, pues a todas nos gusta que reconozcan nuestro trabajo y que nos piropeen inteligentemente. Con voz firme y frunciendo el ceño, me preguntó: “por qué te ríes”. Le expliqué que me causó gracia el que dijera que soy tan buena en lo que hago, pues nunca me ha visto trabajar, como para que sepa que soy buena haciendo mi trabajo; y, sobretodo, por aquello de “distractora”. “La verdad, es la verdad”, dijo, y siguió: “los meseros de mi restaurante me han comentado que cocinas mejor que el chef del tuyo, y que eso debe ser porque lo distraes con tu sensualidad”. Ante eso, nuevamente me reí, pero esa segunda vez fue de nerviosismo, pues no sabía qué responderle. Él siguió haciendo comentarios al respecto, pero yo no le prestaba mucha atención, pues en mi mente trataba de encontrar la razón de por qué dijo que mi “sensualidad” distraía al chef, pero también trataba de encontrar la razón de por qué ese comentario dicho por él generó en mí un estremecimiento súbito. No sé cuánto tiempo estuve abstraída por esa sensación, sólo recuerdo que R me detuvo para preguntarme: “¿Estás molesta?” Le respondí que no y que me sentía alagada por sus comentarios; obviamente no le iba a decir que durante mi silencio descubrí que él me gustaba, pues ese estremecimiento súbito sólo me lo han generado todos aquellos quienes en algún momento me han gustado. Seguimos caminando y conversando. No sé si por lo irregular del camino y la oscuridad, o porque inconscientemente me pegué mucho a él, de raro en rato nuestras manos se rosaban; en cada rose, yo sentía que mi piel se me ponía como de gallina, que mi respiración se aceleraba y que mi entrepierna se humedecía cada vez más con cada rose. Así seguimos, cuando de pronto vimos las siluetas de personas caminando en sentido opuesto al nuestro y por el otro lado de la carretera, a aproximadamente trecientos metros; me pareció ver siete siluetas, él dijo que vio nueve. Como una reacción instintiva, le tomé la mano y con la otra le sujeté el brazo. Al darse cuenta de mi miedo, él reaccionó haciendo que nos agacháramos sin dejar de caminar y nos sacó del camino hacia unos surcos o trincheras hechas con desmonte que estaban a unos veinte metros de la carretera. Escondidos, sin saber si esas personas se habían dado cuenta que nosotros estábamos yendo “a su encuentro” y que luego nos salimos del camino, y con mucho miedo, en absoluto silencio, permanecimos agazapados hasta que R los vio llegar a nuestra altura. Él estaba a mi derecha, pero me imagino que para ver si ya se habían alejado, se arrodilló y se movió -pasando por encima de mis piernas- hasta quedar detrás de mí. Poco después, me dio una palmada en la pantorrilla para que yo le preste atención y con voz susurrante me dijo: “mira, ya se alejan”; me arrodillé sin despegar mis manos del suelo, pero como yo no sabía qué tan cerca de mí estaba R, sentí que con mi nalga izquierda toqué su “paquete“ y de inmediato me quedé paralizada. Él no se hiso para atrás y yo, por mi “parálisis”, no me hice para adelante. No dijimos nada. Yo seguía sintiendo su pene y noté cuando crecía. “De la que nos libramos”, dijo, pero no se despegaba de mis nalgas y cruzó su otra pierna, de modo que él quedó arrodillado entre mis piernas, y yo seguí arrodillada y sin quitar mis manos del suelo. Yo le dije que fue bueno salirnos del camino; él, poniendo sus manos en mi cintura me preguntó: “¿tú crees?” A ese punto yo ya sentía su pene entre mis nalgas y mi lubricación vaginal estaba embalsada. Le respondí que estaba absolutamente segura que sí, y puse énfasis en el “sí” con la esperanza de que él entendiera el mensaje subliminal. Afortunadamente, lo entendió, pues con su mano derecha desabrochó mi pantalón, y yo con mi mano izquierda le ayudé a bajar el cierre. Con su voz clara y de tono bajo, me “ordenó” que juntara las rodillas y se acomodó para que mis piernas quedaran entre las de él. Bajó mi pantalón hasta los muslos con ambas manos y mientras lo hacía me acarició desde la cintura hasta los muslos, y desde ellos hasta mi cintura. Recuerdo perfectamente que mis bubis las sentía como endurecidas y los pezones estaban a punto de estallar. Cuando llegó a la cintura, su mano derecha llegó a mi brasier y con sorprendente habilidad lo desabrochó, en un segundo, con un movimiento. Esa misma mano la metió por debajo de mi ropa y estrujó mi bubi derecha; por momentos lo hacía con ternura; en otros, con furia, y las dos me gustaban. Mientras hacía eso, sentí que la punta de su pene estaba “en la puerta”, esperando entrar. Pensé: “si ya lo tiene ahí, por qué no entra si la fiesta está más que preparada y lista.” Un segundo después, con sus dos manos en mi cintura, sentí como si me estuvieran partiendo en dos. Me la había metido toda. Y me dijo: “quédate quieta un momento”. Así lo hice, mordiendo la segunda falange de mi índice derecho, pues el dolor era mucho y no quería gritar. En eso, con su mano derecha deshizo mi moño, enrolló todo mi cabello en su mano y muñeca, como para asegurarse de que yo no pueda escapar. Puso su otra mano sobre mi baja espalda, haciendo fuerza hacia abajo, como intentando que mi torso esté más cerca del suelo y que mis caderas queden más levantadas. Yo pensé: “¡me va a desgarrar!” Me preguntó: “¿estás lista?” Yo cerré los ojos, respiré profundo y sin dejar de morder mi dedo, le dije que sí. Entonces, se dejó venir con todo; yo sentía como si mi cadera se estuviese rompiendo y como si mi vagina estuviese en nivel diez de dilatación. Los primeros minutos fueron de dolor intenso y los siguientes, hasta el final, fueron de placer inmenso. Desde que inició hasta que terminó mantuvo el mismo ritmo, sin dejar que me “escapara” y haciendo que yo poco a poco levantara más mi cadera. Jamás hasta esa oportunidad había tenido tantos orgasmos en tan pocos minutos; fueron cinco en quince minutos. Cuando terminó, le dije que ojalá no haya terminado dentro de mí, pero me respondió: tengo puesto el condón. Yo pensé: “es muy rápido con las manos, pues nunca me di cuenta que se lo había puesto." Él se sentó sobre sus tobillos, yo me volteé para hacerle un oral y fue ahí que vi su pene. Si lo hubiera visto antes, me habría dado tanto miedo que seguramente no lo hubiera hecho con él jamás, pues aun cuando no la tenía larga, sí la tenía muy gruesa. Al mirarla, pensé: “OMG, ¿cómo ha entrado todo eso en mí?” No pude hacerle el oral porque la verdad era muy poco lo que podía entrar en mi boca. Me dijo: “Gracias”; no sé si por haberlo hecho con él ahí o por haber intentado hacerle el oral. Yo sólo me sonreí. Nos pusimos de pie y nos subimos la ropa. Él me tomó de la mano y le guio hasta la carretera. Seguimos caminando unos minutos más, nerviosos, sin decir palabras, hasta que llegamos al paradero. Mientras esperábamos el transporte, nos mirábamos y nos reíamos; las personas que estaban ahí esperando como nosotros, nos miraban como preguntándose: “¿Qué les pasa a éstos, están drogados?” No habíamos consumido ningún narcótico o droga prohibida, pero mi cuerpo estaba “intoxicado” de placer. Al llegar a mi casa, esa madrugada casi no pude dormir, pues el placer que me causó R y la adrenalina de haberlo hecho en un descampado, aún corrían por mi sangre. Los días que siguieron, intenté salir un poco más tarde, buscando la oportunidad de encontrarlo; pero nunca más pudimos coincidir.
Si te gustó esta parte de mi historia, comenta; el mejor comentario recibirá una promoción super especial. No olvides que te ofrezco mi servicio que consta de una hora de relaciones ilimitadas en las posiciones que más te gusten, con trato de novios, oral al natural (según tu higiene y puedes terminar en cualquier parte de mi cuerpo, excepto en mi rostro y en mi boca). Los condones los llevas tú. Tengo un lugar discreto, seguro y cómodo en el centro de Apodaca; por ese motivo no doy servicio a domicilio, pero podemos ir a hoteles y moteles. Te ofrezco absoluta discreción, higiene y seguridad, y por eso exijo lo mismo.
Contáctame a través de mi número de Whatsapp: 811-371-0989 (Pregunta también por el servicio de media hora o sólo oral).

Kandy Skarlett
Skarlett Lee

jueves, 4 de agosto de 2016

Hola!
Es jueves, casi es fin de semana!!!
Contactarme a través de mi Whatsapp (811-371-0989).
Te ofrezco mi servicio que consta de una hora de relaciones ilimitadas en las posiciones que más te gusten, con trato de novios (besos, caricias mutuas y pasión desenfrenada), oral al natural (según tu higiene; puedes terminar en cualquier parte de mi cuerpo, pero no en mi boca y rostro). Los condones los llevas tú. Tengo un lugar discreto, seguro y cómodo en el centro de Apodaca; por ese motivo no doy servicio a domicilio, pero podemos ir a hoteles y moteles. Te ofrezco absoluta discreción, higiene y seguridad, y exijo lo mismo.
Pregunta también por el servicio de media hora o sólo oral.
Estoy disponible para ti las veinticuatro horas de los siete días de la semana (24/7). No te arrepentirás.

Kandy Skarlett
Skarlett Lee





jueves, 28 de julio de 2016

Hola!
Ya casi es fin de semana!!!
Contactarme a través de mi Whatsapp (811-371-0989).
Te ofrezco mi servicio que consta de una hora de relaciones ilimitadas en las posiciones que más te gusten, con trato de novios (besos, caricias mutuas y pasión desenfrenada), oral al natural (según tu higiene; puedes terminar en cualquier parte de mi cuerpo, pero no en mi boca y rostro). Los condones los llevas tú. Tengo un lugar discreto, seguro y cómodo en el centro de Apodaca; por ese motivo no doy servicio a domicilio, pero podemos ir a hoteles y moteles. Te ofrezco absoluta discreción, higiene y seguridad, y exijo lo mismo.
Pregunta también por el servicio de media hora o sólo oral.
Estoy disponible para ti las veinticuatro horas de los siete días de la semana (24/7). No te arrepentirás.

Kandy Skarlett
Skarlett Lee






lunes, 25 de julio de 2016

Hola.
Te recuerdo que puedes contactarme a través de mi Whatsapp (811-371-0989) y que mi servicio consta de una hora de relaciones ilimitadas en las posiciones que más te gusten, con trato de novios (besos, caricias mutuas y pasión desenfrenada), oral al natural (según tu higiene; puedes terminar en cualquier parte de mi cuerpo, pero no en mi boca y rostro). Los condones los llevas tú. Tengo un lugar discreto, seguro y cómodo en el centro de Apodaca; por ese motivo no doy servicio a domicilio, pero podemos ir a hoteles y moteles. Te ofrezco absoluta discreción, higiene y seguridad, y exijo lo mismo.
Pregunta también por el servicio de media hora o sólo oral.
Estoy disponible para ti las veinticuatro horas de los siete días de la semana (24/7). No te arrepentirás.


Kandy Skarlett
Skarlett Lee





martes, 19 de julio de 2016

Hola.
Por haberte portado bien (entiéndase: haber contratado mi servicio), te doy un regalo: has clic aquí. Espero tus comentarios; pero, no me hagas sonrojar, jajaja.
Te recuerdo que puedes contactarme a través de mi Whatsapp (811-371-0989) y que mi servicio consta de una hora de relaciones ilimitadas en las posiciones que más te gusten, con trato de novios, oral al natural (según tu higiene y puedes terminar en cualquier parte de mi cuerpo, excepto en mi rostro y en mi boca). Los condones los llevas tú. Tengo un lugar discreto, seguro y cómodo en el centro de Apodaca; por ese motivo no doy servicio a domicilio, pero podemos ir a hoteles y moteles. Te ofrezco absoluta discreción, higiene y seguridad, y por eso exijo lo mismo.
Pregunta también por el servicio de media hora o sólo oral.
Estoy disponible para ti las veinticuatro horas de los siete días de la semana (24/7). No te arrepentirás.


Kandy Skarlett
Skarlett Lee
Hola.
Si deseas recibir mi servicio y no has podido contactarme a través de mi Whatsapp (811-371-0989) o aún no respondo tu mensaje (si ese es el caso, te pido me disculpes), te informo que mi servicio consta de una hora de relaciones ilimitadas en las posiciones que más te gusten, con trato de novios, oral al natural (según tu higiene y puedes terminar en cualquier parte de mi cuerpo, excepto en mi rostro y en mi boca). Los condones los llevas tú. Tengo un lugar discreto, seguro y cómodo en el centro de Apodaca; por ese motivo no doy servicio a domicilio, pero podemos ir a hoteles y moteles. Te ofrezco absoluta discreción, higiene y seguridad, y por eso exijo lo mismo.
Pregunta también por el servicio de media hora o sólo oral.
Estoy disponible para ti las veinticuatro horas de los siete días de la semana (24/7). No te arrepentirás.

Kandy Skarlett
Skarlett Lee




Hola.
Por visitar mi Blog, por publicar tus comentarios y por haberme permitido darte mi servicio, te regalo cuatro fotos que yo me tomé. Por obvias razones no puedo revelar la identidad de quienes ya han disfrutado de mi servicio; pero, sé que a muchos les encantaría tomarme fotos.
Coméntame -al final de esta publicación- qué te gustaría hacerle a lo que ves en las fotos.
Te recuerdo que mi servicio consta de una hora de relaciones ilimitadas en las posiciones que más te gusten, con trato de novios, oral al natural (según tu higiene y puedes terminar en cualquier parte de mi cuerpo, excepto en mi rostro y en mi boca). Los condones los llevas tú. Tengo un lugar discreto, seguro y cómodo en el centro de Apodaca; por ese motivo no doy servicio a domicilio, pero podemos ir a hoteles y moteles. Te ofrezco absoluta discreción, higiene y seguridad, y por eso exijo lo mismo.
Contáctame a través de mi número de Whatsapp: 811-371-0989 (Pregunta también por el servicio de media hora o sólo oral).
Estoy disponible para ti las veinticuatro horas de los siete días de la semana (24/7).

Kandy Skarlett
Skarlett Lee









miércoles, 6 de julio de 2016

Hola.
Quiero agradecerte por visitar este Blog y que me hayas contactado; y si ya te di mi servicio, agradecerte y felicitarte, jajaja.
Como muestra de mi agradecimiento, te narraré lo que hace más de un año me pasó, cuando aún no me dedicaba al oficio más antiguo del mundo.
Estaba con unas amigas en San Nicolás, pues habíamos salido para divertirnos. Ya eran alrededor de las 03:00 horas de aquel domingo y ya cada quien se iba a su casa; pero, yo aún no quería llegar a la mía. Intenté contactar por teléfono a mi amigo con derechos para preguntarle si podíamos pasarla bien; pero, mi celular no tenía saldo. Entonces, busqué un OXXO y al llegar el chico que atendía me dijo que no tenía sistema. Resignada a no poder contactar a ese amigo al que nombraré como JR, me di la vuelta para caminar rumbo a mi casa. Mientras caminaba y recordaba la última vez que estuve con JR, pasé por frente de uno de esos Cibers que atienden las veinticuatro horas; decidí ingresar para contactarlo a través de Facebook. Al ingresar me recibió un chico alto, de piel aperlada, de cabello algo largo y lacio, de ojos grandes; la verdad es que sí me sentí atraída por lo que estaba viendo, sin embargo yo quería contactar a JR. Le pedí un cubículo privado y me dijo que podía ingresar en uno que estaba a la mitad del pasillo; cuando me dirigí hacia donde me dijo, vi a una chica y a un chico bastante jóvenes que al parecer estaban haciendo algún trabajo. Ingresé al cubículo con la esperanza de contactar a JR, pero sólo encontré a un amigo del trabajo con el cual me puse a platicar a través de video-llamada de Skype. Una hora y media después de estar platicando con mi amigo del trabajo, recibí tres solicitudes de amistad en Facebook, las cuales acepté; pero, sólo dos me saludaron y no les contesté, pues no tenían foto de perfil. Minutos después, me saludó el tercero que acepté y nos pusimos a platicar (preguntas y respuestas comunes), y así estuvimos un rato hasta que me dijo: “¿sabes algo? Eres muy bonita”. Yo estaba sorprendida por su comentario, pero no le respondí. Insistió y me dijo: “¿cómo ves si nos conocemos ahora?” Le respondí que ya era muy tarde y que ya estaba a punto de irme a mi casa; él insistió, pero ya no le respondí. Pasaron unos minutos y de repente tocan la puerta de mi cubículo, abrí la puerta y era el chico que me recibió cuando ingresé al Ciber para preguntarme si me podía cambiar a un cubículo que estaba al final del pasillo, pues según él, tenía que hacer limpieza. Accedí diciéndole que no tenía problemas. Al salir del cubículo en el que estaba, me percaté que los jóvenes ya no estaban, pero no me pareció extraño. El cubículo al que me dijo que ingresara no tenía vista hacia la calle y estaba todo apagado; ingresé, encendí la luz y cerré la puerta con seguro. Intenté reanudar la video-llamada con mi amigo del trabajo, pero la cámara no funcionaba, así que sólo nos pusimos a chatear. En eso, me volvió a enviar un mensaje el tercer chico al que acepté su solicitud y que me propuso que nos conociéramos, y me dijo: “¿ya no quieres hablar conmigo?” Como ya no estaba en video-llamada, puse un poco de atención a la conversación de ese nuevo amigo. En eso me dice: “se te ve muy bien con esa blusa morada”. Yo me quedé perpleja. Busqué si en alguna de mis fotos publicadas en Facebook estaba con esa blusa y no encontré ninguna. Entonces, le pregunté que cómo sabía que estaba con una blusa de ese color, a lo que me respondió: “estoy más cerca de lo que crees”. En este punto ya estaba un poco asustada. Le cuento a mi amigo del trabajo lo que estaba ocurriendo, y que al parecer sólo estaba con el chico que atiende el Ciber, el cual me pareció que no tenía más de dieciséis años. Inmediatamente después de comentarle esto a mi amigo del trabajo, mi nuevo amigo del Facebook con el que estaba platicando me dijo: “tengo dieciocho años y si quieres te muestro mi credencial”. Yo buscaba, por todos lados, para ver si alguien me estaba espiando y trataba de entender cómo es que sabía lo que estaba conversando con mi amigo del trabajo. Para esto ya estaba casi temblando de miedo, pero debo reconocer que también sentí un poco de intriga. Volví a la conversación para preguntarle cómo sabía lo que estaba conversando con mi amigo del trabajo, y me respondió: “estoy viendo tus conversaciones, estoy muy cerca, ¿te toco la puerta?” Temerosa, intrigada e incrédula le respondí que sí. Un segundo después, tocan la puerta de mi cubículo. Mi corazón latía más rápidamente; cuando pude reponerme de la sorpresa le dije -por chat- que no debía estar mirando las conversaciones privadas, a lo que me respondió: “discúlpame, pero quiero conocerte y tener sexo contigo, por eso te cambié de cubículo. Sólo estamos tú y yo y tengo condones. Abre la puerta, por favor”. Dije para mis adentros: directo al grano, el muchacho. Todo lo que iba sucediendo se lo comentaba a mi amigo del trabajo, y este me dijo: “pues cógetelo”. El chico del Ciber volvió a tocar la puerta y me dijo: “no te asustes, no te voy a hacer nada que tú no quieras hacer”. No sé por qué, pero abrí la puerta. Ingresó al cubículo y se acercó a besarme en la boca, me tomó de las manos y me puso en pie, pues yo aún seguía sentada. Me besaba mientras me quitaba la blusa y sólo se detuvo para quitarse la playera. Comenzó a desabrocharme el pantalón; lo bajó hasta mis rodillas y me sentó en la silla para poder quitármelo, para lo cual me sacó los zapatos y acarició mis pies, y en ese instante perdí el miedo y sentí cómo me humedecía. Se quitó el pantalón y seguimos besándonos por varios minutos hasta que nuevamente me puso en pie para acariciarnos; me quitó el brasier y bajó mi calzón mientras besaba mis pechos. Estuvimos acariciándonos intensamente, varios minutos, todo el cuerpo, sin dejar de besarnos. Me senté en la silla y le comencé a hacer sexo oral; mientras se lo hacía, él recogía mi cabello con sus manos y jalaba mi cabeza hacia él de modo que todo su pene se introducía en mi boca. Él tomó el condón que traía y que dejó a un lado del monitor y se lo puso; yo le di la espalda y me apoyé en el escritorio, entonces empezó a follarme, primero suave y lentamente, luego con mucha vehemencia en su embestida, mientras besaba mi espalda y estrujaba mis pechos. Yo estaba muy excitada, pero era algo incómodo porque como dije él era alto; notó mi incomodidad y me sacó -tomándome de la mano- del cubículo para llevarme al sillón que estaba en la sala de espera del Ciber. Todo estaba muy oscuro, la poca luz que entraba era de los carros que de vez en cuando pasaban a esas horas por ahí. Me sentó en el sillón y él se arrodilló para hacerme sexo oral; por la forma en que me lo hizo, estoy segura que tenía más de la edad que dijo. Fue uno de los mejores orales que me han hecho. Me puso en pie y me sentó sobre el escritorio que estaba a un costado del sillón; me empujó suave y ligeramente hacia atrás mientras me penetraba vaginal y frenéticamente, sin dejar de besar mis pechos. Para mis adentros dije: son resistentes estos escritorios. En esa posición, después de varios minutos y no sin antes haber arañado la espalda del otro debido al estremecimiento que sentíamos en nuestro cuerpo, terminamos casi simultáneamente; yo sentí cómo se ensanchaba su grande y grueso pene dentro de mí y me imagino que él sintió como mi vagina se contraía. Me dio un beso tierno y salió de dentro de mí. Volvimos al cubículo en el que estuvimos, él tomó su ropa y yo me vestí. Antes de cerrar mi sesión vi que mi amigo del trabajo, estaba preguntando: “¿qué pasó, ya cogieron, te gustó?” Pero, no le contesté porque sabía que el chavo con que el acababa de tener sexo podía ver mis conversaciones. Un poco avergonzada, fui a la caja para pagar por el servicio de Internet; cuando le pregunté cuánto debía, me respondió con una sonrisa realmente seductora: “no es nada”. Le di las gracias y me fui. Caminado a mi casa, tenía dibujada en mi rostro una sonrisa que fue difícil de borrar durante todo ese domingo, sentía el latir de mi corazón por la adrenalina que aún corría en mi sangre y mis rodillas aún temblaban del placer que me hizo sentir. Fui al Ciber para intentar contactar a JR y pasarla bien; pero, terminé pasándola más que bien con S.
Si te gustó esta parte de mi historia, comenta. No olvides que te ofrezco mi servicio que consta de una hora de relaciones ilimitadas en las posiciones que más te gusten, con trato de novios, oral al natural (según tu higiene y puedes terminar en cualquier parte de mi cuerpo, excepto en mi rostro y en mi boca). Los condones los llevas tú. Tengo un lugar discreto, seguro y cómodo en el centro de Apodaca; por ese motivo no doy servicio a domicilio, pero podemos ir a hoteles y moteles. Te ofrezco absoluta discreción, higiene y seguridad, y por eso exijo lo mismo.
Contáctame a través de mi número de Whatsapp: 811-371-0989 (Pregunta también por el servicio de media hora o sólo oral).

Kandy Skarlett
Skarlett Lee

martes, 5 de julio de 2016

Hola.
Hace poco decidí iniciarme en el oficio más antiguo del mundo. Los pasos siguientes fueron elegir un nombre y anunciarme por medio de las redes sociales, publicando una descripción del servicio que ofrezco; pero, después de un tiempo, perdí contacto con algunos de mis clientes debido a que ya no tuve acceso a la red social en la que hice mis publicaciones. Así y atendiendo las sugerencias de algunos de mis clientes y para no correr el riesgo de que nuevamente perdamos el contacto, me animé a crear este Blog. Aun cuando la finalidad de este Blog es ofrecer mi servicio, quiero que también se constituya en un espacio para que puedas expresar tus opiniones, siempre que lo hagas con absoluto respeto hacia todos.
Mi servicio consta de una hora de relaciones ilimitadas en las posiciones que más te gusten, con trato de novios, oral al natural (según tu higiene y puedes terminar en cualquier parte de mi cuerpo, excepto en mi rostro y en mi boca). Los condones los llevas tú. Tengo un lugar discreto, seguro y cómodo en el centro de Apodaca; por ese motivo no doy servicio a domicilio, pero podemos ir a hoteles y moteles. Te ofrezco absoluta discreción, higiene y seguridad, y por eso exijo lo mismo.
Contáctame a través de mi número de Whatsapp: 811-371-0989 (Pregunta también por el servicio de media hora o sólo oral).

Kandy Skarlett
Skarlett Lee